El PALANCAR

Por miércoles, 7 febrero, 2018 0 No tags Permalink 0

Entre los riscos se alza

un pequeño monasterio,

que lo cuidan unos frailes

y fue fundado por pedro.

Desde niño fue su amor

la pobreza y castidad,

por eso Dios lo llamó

a vivir en santidad.

Oyendo la voz de Dios 

aquí se vino a vivir

atrás todo lo dejó

para a Dios poder servir.

El fue pobre entre los pobres

vivió en extrema pobreza,

pero como amaba a Dios

le sobraba la riqueza.

En aquella soledad

en la paz del monasterio,

entre sus muros de piedra

allí sigue su recuerdo.

Las celdas no tienen nada

ni camas para acostarse,

solo tienen unas piedras

para en ellas reclinarse.

Y la más pobre de todas

es la celda de San Pedro,

solo está la Cruz de Cristo

en el mítico silencio.

Ese silencio que anima

para estar en oración,

vivir en la paz de Cristo

y pedir a Dios perdón.

En la soledad del patio 

estando cerca del cielo,

pensamos en muchas cosas

pero sobre todo, en Pedro.

Y mirando al infinito

llena de paz y consuelo;

¡yo siento que sigue vivo

el espíritu de Pedro! 

 

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