
Manos para romper las barreras,
manos para acariciar,
manos para secar las lagrimas
del emigrante que llega.
Algunas veces he pensado
si tuviéramos que emigrar
y dejar atrás nuestra tierra,
entonces entenderíamos
lo que tienen que pasar.
Quiero vivir en un mundo
donde no existan fronteras,
donde no se discrimine a nadie
por su color, o su etnia.
Unos tienen la piel blanca;
otros la tienen muy negra,
en sus miradas brillantes
esta el miedo y la pobreza.
Por eso yo desde aquí pido:
¡Que no existan las fronteras!
¡Que nos demos ya las manos
para romper las barreras!
—-De mi amiga Rosa Rodríguez—-
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