Vivir en aquellos años tan difíciles, tuvo que ser penoso para Simón Giménez Alarcón, que era un hombre inteligente, y veía la desigualdad que había entre ricos y pobres . Desde muy niño la pregunta a sus padres era esta. ¿Por qué hay hombres muy ricos y otros muy pobres? La respuesta, dada con la mejor de las intenciones, nunca había satisfecho su curiosidad.

Con el paso de los años, aquel niño comprendió que el dinero estaba mal repartido, y por ese motivo él quería transformarse en bandolero. Robaría a los ricos para ayudar a los pobres. Haría lo mismo que Diego Corriente el «Capitán de Utrera». Admiraba a aquel hombre desde edad muy temprana, y leyendo sus aventuras se prometió a sí mismo, que sería igual que él, costara lo que costara.

La guerra de la Independencia había dejado a España en la más absoluta miseria. La economía en su casa era pésima y él había jurado que su familia jamás pasaría hambre. Ese juramento y la obsesión que tenía desde niño, le hicieron dar el paso para hacerlo realidad: ¡ Ser bandolero!

La publicación de su biografía, mezcla de realidad y de ficción, estimo que es el mejor medio para dar a conocer una vida muy interesante.