Se marcharon los recuerdos
entre los pliegues del tiempo,
un tiempo no definido
que se evaporó al momento.
Recuerdos buenos o malos
que se fueron con la brisa,
a esos rincones inéditos
volando allí muy de prisa.
En aquella residencia
entre sus cuatro paredes,
se ha quedado sola y triste
sin saber donde se mueve.
No pregunta por sus hijos,
ya no le quedan recuerdos,
es solamente una sombra
que mira sola a los cielos.
Con las células nerviosas
que atrofiaron su cerebro,
ya no se puede hacer nada,
no existe ningún remedio.
Triste, muy triste es la vida
para el enfermo y familia,
porque ilusiones y sueños
navegan a la deriva.
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