La muerte no es un rió como el Duero,
ni tampoco es un mar de gran belleza,
es la guadaña que llena de tristeza
siega la vida, con un golpe certero.
No es estrella ni tampoco lucero,
no distingue ni riqueza, ni pobreza,
llega a todos como una gran vileza,
sin respetar a la sangre del Cordero.
Dejemos que el alba nos despierte
del sueño eterno que llega de su mano,
para ser todos su victima inocente.
Que despierte a todo ser humano,
y vuelva como el agua de la fuente
para gozar de la paz de los cristianos.
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