No te lleves las tardes déjalas a mi lado,
no te lleves la luna déjala junto al río,
donde el misterio crece allá en el caserío
viendo el paso del tiempo desbordado.
No te lleves las nubes de ese color rosado
que llegan con la aurora en desvarío,
dejando que la lluvia caiga a su albedrío
en el verde del estanque nacarado.
Viendo la vida pasar tranquilamente,
comprendiendo que no existe utopía
al no haber proyecto que dure eternamente.
De aquel proyecto yo nada comprendía,
por ser austero y un poco diferente
al mezclarse mil cosas, a mí me confundía.
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